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Sin Alcohol al Conducir

El alcohol está introducido de tal forma en nuestra cultura que para muchos resulta difícil admitir los inconvenientes que genera en la conducción, y existe gran tolerancia social hacia su consumo y los problemas derivados de su uso. 

Dentro del contexto de los errores de conducción, el alcohol casi siempre se encuentra asociado con la velocidad, el sueño y las distracciones.
En Argentina, la ley que regula la cantidad de alcohol autorizada para conducir un automóvil establece como límite de alcoholemia 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Se considera que a partir de esta cantidad, el conductor comienza a manifestar reacciones psicomotrices importantes que dificultan la conducción. Este límite se vuelve más estricto para la conducción de motos y ciclomotores, para los que la tolerancia disminuye a 0,2 g/l, y a 0 g/l para quienes conducen transportes de carga o pasajeros.

Este límite es en alguna medida arbitrario, pues no contempla la realidad de todos los conductores en cuanto a la tolerancia que tiene cada uno de ellos a los efectos del alcohol. A manera de ejemplo, una persona de 90 kg, tomando 2 vasos de cerveza llegaría fácilmente a la cantidad límite definida por la Ley de Tránsito.
Cabe destacar que el alcohol produce una depresión del sistema nervioso central, deteriorando la función psicomotora, la percepción sensorial (vista y oído), modificando el comportamiento del individuo, que muchas veces se traduce en una falsa sensación de seguridad y la aceptación de riesgos mayores.
En el cuadro adjunto se muestran los principales efectos del alcohol en relación con las exigencias psicomotoras necesarias para la conducción de vehículos, en función del nivel de alcohol en sangre.


Como conclusión, puede decirse que el conductor procesa en forma continua información del tránsito, buscando y seleccionando mensajes potencialmente útiles para su seguridad, tanto del entorno como de su propio vehículo.
Sólo una correcta atención permite un adecuado procesamiento y una mejor toma de decisiones; y dentro de este contexto, el consumo de alcohol juega un rol sumamente negativo, restándole al conductor aptitudes conductivas y la capacidad de percibir riesgos.

Fuente: CESVI Argentina